Charles Camoin |
Todas las tardes a las ocho,
llega el atardecer dorado.
La espero con mejillas sonrosadas,
leyendo por enésima vez su carta
de amargos trazos, huecos blancos
y voz endurecida.
Todas la tardes, a las ocho
sufro amnesia para volver a recordar
esas tardes de puro mestizaje.
Así es, te espero a las ocho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario